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Domingo, 31 Enero 2021 15:31

Año Dedicado a Reflexionar Sobre la Santidad -

Eucaristía ofrenda

El cincuenta aniversario de la canonización de María soledad Torres Acosta, fundadora de las Siervas de María Ministras de los Enfermos, lo celebramos el 25 de enero de 2020, con la gratitud que se siente ante una persona que ha dejado impresa en la historia una huella sobre la que podemos pisar, seguros de que conduce a buen final. El sabor espiritual de una fiesta familiar avivó el deseo de prolongar su recuerdo haciendo algo que mantuviera activa la voluntad a explorar su vida, para conocerla más a fondo y guiadas de su ejemplo descubrir los secretos de su corazón enamorado de Cristo.

Es tanto lo que nos falta por conocer de esta mujer que cada día se nos hace más amable que, dedicar un año a caminar de su mano, nos pareció lo más acertado. Ya sabíamos que la fe inspiraba su pensamiento, que a su voluntad le atraía el bien, que el amor dominaba sus sentimientos, que su atención se iba hacia los que sufrían y pasaban necesidad. A este fin, con un programa de estudio y reflexión animado desde la Curia General, las comunidades acogieron la proposición de Madre Alfonsa Bellido, Superiora General, a vivir el 2020 unidas a nivel Congregación, como Año Dedicado a Reflexionar Sobre la Santidad. Iniciativa que todas las Hermanas acogieron con verdadero interés.

 Fuente de inagotable inspiración 

Esta pausa en el camino, nos ha permitido contemplar sosegadamente a Madre Soledad, volver a retomar con ojos nuevos, lo que ya sabíamos de nuestra Fundadora, releer su biografía, reflexionar y ahondar en sus virtudes, incrementar el amor y atención a los enfermos, tener periódicas celebraciones litúrgicas comunitarias y otras prácticas más de carácter fraterno y ministerial. 

Este Jubileo de los 50 años de la Canonización de la Madre, ha supuesto para cada Sierva de María muchas cosas y muy esenciales:

Ha sido un regalo de Dios, que nos ha brindado la ocasión de confrontarnos con la Santa Madre, cuya confianza estaba depositada solo en Dios. Él era su todo.

Nos ha espoleado con esa su disponibilidad por atender a los más débiles, a los más necesitados.

Nos ha hecho sentirnos como Familia, más que nunca. Familia llamada a estar enraizada en Cristo para ser levadura de Paz y de Unión.

Hemos percibido que compartíamos más que nunca y con santo orgullo el ser sus Hijas y el querer reflejar su esencia de santa humilde y entregada. La Madre es toda una fuente de espiritualidad y de creatividad.

Para la Eucaristías de clausura, invitamos al Superior General, de la Congregación Hijos de Santa María Inmaculada, Rvdo. P. Roberto Amici. Gustoso presidió la celebración acompañado de Rvdo. Padre Eric Gmala. Fue notable la solemnidad del acto, la belleza litúrgica y el fervor que predominó en todo, así como la  ornamentación de la capilla. Ungidas de afecto fraterno las palabras pronunciadas en la homilía, nos hicieron sentir el gozo de compartir el mismo amor de admiración a Madre Soledad por su santidad. La comunión de sentimientos en amor y gratitud a Madre Soledad, hizo que al final de la celebración, Sor Agustina, que había asistido a la canonización 50 años atrás, iniciara entusiasmada el aplauso de congratulación, que complacidos seguimos todos los presentes.

Al concluir satisfechas la experiencia de este año compartido, podemos decir que ahora nos sentimos más hermanas. Somos hijas que amamos más a nuestra Madre. Mirándonos a la luz de su espejo, constatamos cuantas son las cosas que tenemos en común, transmitidas por Madre Soledad de su amor a Dios, su fidelidad en el seguimiento a Jesucristo, su amor a los enfermos y necesitados. De generación en generación, las Siervas de María nos sentimos amadas de nuestra Fundadora, aprendemos de su vida y ejemplo.

 Bendecimos a Dios por el don de su santidad legado a la Iglesia y la Congregación.

 

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