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Siervas de Maria

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Viernes, 02 Mayo 2025 14:37

Su Santidad Papa Francisco

Su Santidad Papa Francisco

Su legado de Pastor con olor a oveja

            Jorge Mario Bergoglio nació en Buenos Aires, Argentina el 17 de diciembre de 1936. Fue el primogénito de los cinco hijos, a los que dieron la vida el matrimonio formado por Mario José Bergoglio y Regina María Sívori, inmigrantes italianos. Con sus hermanos: Alberto Horacio, Marta Regina, María Elena y Óscar Adrián formaron una familia feliz y rica en valores cristianos y sociales.

            Obtuvo su diploma como técnico químico y se desempeñó en dicha profesión por algunos años. En 1957, después de un tiempo de discernimiento, decide responder a la llamada de Dios que lo invita al sacerdocio. Ingresa al Seminario y con apenas 21 años tuvo que ser sometido a una cirugía donde le extirparon el lóbulo superior del pulmón, después de una neumonía grave a consecuencia de una epidemia de gripe en el mismo seminario. Después de su recuperación y convencido de que el Señor le pedía abrazar la vida religiosa, ingresa al Noviciado de la Compañía de Jesús el 11 de marzo de 1958. Tras un largo tiempo de formación y experiencia pastoral fue ordenado sacerdote el 13 de diciembre de 1969.

El 31 de julio de 1973 fue nombrado Superior Provincial de los jesuitas argentinos, cargo que ocupó hasta 1979. Fue un periodo muy fuerte en su vida, al tener que lidiar con las dictaduras que ocuparon Argentina en aquella época de la historia, las que eran enérgicamente críticas de la Iglesia y donde sacerdotes y muchas personas fueron desaparecidas y torturadas. Finalizado este servicio en su Orden se desempeñó nuevamente en los ministerios sacerdotales y misioneros en la ciudad de Córdova.

Después de una gran actividad como sacerdote y profesor de Teología fue consagrado Obispo el 27 de junio de 1992 en la Catedral de Buenos Aires y se puso al servicio siendo uno de los Obispos Auxiliares de Buenos Aires. Cuando la salud de su predecesor, Arzobispo Antonio Quarracino comenzó a debilitarse, fue designado Arzobispo Coadjutor de la Arquidiócesis el 3 de junio de 1997. Al fallecer Monseñor Quarracino, lo sucedió como Arzobispo de Buenos Aires el 28 de febrero de 1998, cargo que lleva añadido el título de primado de la Argentina y el de gran canciller de la Universidad Católica Argentina. El 6 de noviembre de 1998 fue nombrado también ordinario para los cristianos orientales desprovistos de un ordinario de su propio rito en Argentina.

Durante el consistorio del 21 de febrero de 2001, San Juan Pablo II lo nombró, Cardenal de la Iglesia. Bajo este servicio formó parte de la Pontificia Comisión para América Latina, la Congregación para el Clero, el Pontificio Consejo para la Familia, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, el Consejo Ordinario de la Secretaría General para el Sínodo de los Obispos y la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.

Como Arzobispo y Cardenal, Monseñor Bergoglio fue conocido por su humildad y su compromiso con la justicia social. Optó por promover el diálogo y acercarse a los distintos colectivos sociales, fuesen o no católicos; así como por reforzar la tarea pastoral en las parroquias, aumentando la presencia de sacerdotes en los barrios marginales. Esto hizo que fuese conocido como «el Obispo de los pobres». Su humildad y sencillez lo llevaba a mezclarse entre su gente y hacer uso de los medios de transporte públicos, como cualquier ciudadano de bajos recursos y vivir verdaderamente pobre, como lo profesó en su voto como Religioso.

Ante la renuncia de SS Benedicto XVI, en el Cónclave para la elección del Sucesor de Pedro, es elegido Sumo Pontífice el 13 de marzo de 2013, convirtiéndose en el primer Papa latinoamericano y Jesuíta. En su salida al balcón, ante la expectación de millones de católicos, sus últimas palabras robaron el corazón de todos: “No se olviden de rezar por mí”.

Desde el primer momento de su Pontificado decidió la pobreza en todo, su indumentaria, los zapatos, su residencia, etc. Dispuso vivir en Santa Marta para estar más en contacto con la gente y no en las habitaciones papales, que consideraba muy grandes para él. En Santa Marta su dormitorio era pequeño, sencillamente amueblado con una cama, una mesilla y una silla. Del mismo modo, en su despacho contaba con lo estrictamente necesario para su trabajo y recibir algunas personas. Utilizaba la Capilla de esta Residencia para celebrar la Eucaristía diaria, temprano en la mañana, finalizado su tiempo de oración personal. Su desayuno muchas veces lo compartía con sacerdotes o los mismos trabajadores del Vaticano.

El Papa Francisco con su vida dio testimonio de lo que pidió al comenzar su Pontificado: “quiero una Iglesia pobre para los pobres”. Una Iglesia para el servicio. De hecho, confesó que el título papal que más le gustaba era “Sevus servorum Dei”, “Siervo de los siervos de Dios”. Lo quería así, porque fue la forma de vivir del mismo Cristo. Su actividad de ayuda para con los pobres fue muy extensa, tanto en los países con mucha necesidad, como en el mismo Vaticano donde creó espacios de ayuda a las personas sin hogar y a los migrantes: comida, baños para el aseo, ropa, etc. Pero su intención de ayuda a los pobres no se limitó al Vaticano, sino que quiso fuera un compromiso mayor de toda la Iglesia. De aquí que instituyó la Jornada Mundial de los pobres, según él mismo comentará, por una intuición que tuvo durante la homilía en el Jubileo de los Pobres, el domingo anterior al cierre de la Puerta Santa en San Pedro, el 13 de noviembre de 2016 durante el Jubileo de la Misericordia. Dicha Jornada se fijó para el 18 de noviembre de cada año, ocasión que él mismo utilizaba para comer con un grupo de pobres invitados a su propia mesa.

A los pastores les aconsejaba enfáticamente a ser pastores con olor a oveja, es decir que salieran a la calle, a las periferias, se mezclaran con sus feligreses, conocieran sus problemas y necesidades, les acogieran como un buen pastor acoge a sus ovejas, aun a las que se alejan del redil. A los jóvenes también los invitaba a salir a la calle, ponerse en camino, dejar la zona de confort y entregarse a los demás, a descubrir la vida, tras las huellas del amor, en busca del rostro de Dios. Pero les recomendó que ese ponerse en camino no sea como simples turistas, sino como peregrinos de la esperanza.

Luchó por la defensa de la vida en todas las edades, se pronunció fuertemente en contra del aborto y la eutanasia. Amaba, y quería que todos amaran a los niños. Pero también defendió la dignidad de las personas mayores y pedía a las familias que escucharan a los abuelos y aprendieran de su sabiduría. En su autobiografía “Esperanza” escribió: “La vejez es también un tiempo de gracia, e incluso de crecimiento: los ancianos tienen la capacidad de comprender las situaciones más difíciles, y por eso su oración suele ser fuerte y poderosa”.

Quiso una Iglesia inclusiva, donde todos tienen cabida, pues “Dios no se cansa de perdonar”. De ahí que tendió puentes hacia los excluidos por diversas razones, respetando sus personas, pues no somos quiénes para juzgar. Solo a Dios se reserva el juicio.

Se comprometió en la promoción de la mujer, de modo que nombró a varias mujeres en altos servicios dentro de la estructura de gobierno en el Vaticano. Como ejemplo de ello, por primera vez una mujer fue nombrada Presidente del Governatorato del Vaticano, Sor Rafaella Petrini. Esta agencia ejerce el Poder Ejecutivo en lo que se refiere a la administración de la Ciudad del Vaticano. También por primera vez en la historia nombró como Prefecto para el Dicasterio de los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, a la Religiosa, Sor Simona Brambilla. Por primera vez las mujeres pudieran participar y votar en el Sínodo de los Obispos sobre la sinodalidad. Muchos otros reconocimientos de la labor de la mujer en la Iglesia se efectuaron, que sería muy extenso enumerar.

En años tan cargados por conflictos armados, no cesaba en su petición por la paz. “La guerra siempre es un absurdo y una derrota”. Buscaba incansablemente caminos para la paz, dialogaba con las partes de forma personal o por medio de sus enviados, pedía a las grandes potencias que buscaran el camino del diálogo, que hubiera un desarme total y el dinero gastado en armamentos se utilizara para ayudar a tantos millones de personas con hambre. Era una constante en sus palabras del Ángelus cada domingo orar por “la martoriata Ucraina”. Sorprendía con alguna frecuencia a los sacerdotes de Jerusalén o de la Franja de Gaza para interesarse de primera mano por la situación de todos en lugares de tanta violencia.

Durante sus doce años de Pontificado, el Papa Francisco realizó viajes apostólicos a 66 países, la mayoría en las periferias del mundo a comunidades muy necesitadas o de mínima presencia cristiana. Quería sostener su fe en las situaciones tan extremas en que vivían.

Nos dejó cuatro encíclicas que ayudaron a la reflexión en temas importantes de nuestra época en la Iglesia: Lumen Fidei del 29 de junio de 2013, comenzada por su predecesor el Papa Benedicto XVI y terminada por él, sobre el tema de la fe; Laudato sì del 24 de mayo de 2015, sobre el cuidado de la casa común; Fratelli Tutti del 3 de octubre de 2020, sobre la dignidad humana y la ética cristiana de la acogida y solidaridad mutua; Dilexit nos del 24 de octubre de 2024, sobre el amor humano y divino del Corazón de Jesucristo.

Del mismo modo, heredamos sus siete Exhortaciones Apostólicas: Evangelii Gaudium del 24 de noviembre de 2013, sobre el anuncio del evangelio en el mundo actual; Amoris laetitia del 19 de marzo 2016, sobre el amor en la familia; Gaudete et exsultate del 19 de marzo 2018, sobre la llamada a la santidad en el mundo contemporáneo; Christus vivit de 25 de marzo 2019, dirigida a los jóvenes pidiendo que mantengan la Iglesia siempre joven; Laudate Deum del 2 de febrero 2020, sobre la crisis climática; C´est la confiance del 15 de octubre 2023, sobre la confianza en el amor.

Podemos contar con innumerables mensajes, homilías, catequesis, todos dirigidos a la formación de los fieles en los temas de importancia para la vida cristiana. A los religiosos de manera llana y sencilla nos invitaba a dar calidad a nuestras relaciones fraternas, a buscar “al santo de al lado”, a socorrer a los más pobres y necesitados, según el propio carisma.

Para nosotras Siervas de María Ministras de los Enfermos, tuvo palabras especiales. Durante la audiencia a la que asistieron las Madres y Hermanas capitulares del 2021, dijo: “Allí veo a las Ministras de los Enfermos, las Hijas de la Madre Torres Acosta. Estas monjitas se pasan las noches cuidando enfermos y duermen un rato de día. Son un ejemplo de lo que es servicio hasta el fin, con abnegación de sí mismas. Sigan por este camino. Gracias por lo que hacen.”

El final de la vida de este gran Pastor fue como toda su existencia. El 14 de febrero de 2025 fue ingresado en el Hospital Gemelli de Roma por una pulmonía doble. Ya habíamos sido testigos que en varias ocasiones se vio obligado a dejar la lectura de sus mensajes a sus colaboradores, pues la fatiga no le permitía hacerlo. Su estancia en el hospital fue prolongada a 38 días, debido a la gravedad de su diagnóstico. El 23 de marzo hizo su primera aparición pública desde una ventana del hospital, pero apenas pudo hablar. Numerosos fieles se congregaron y él con su habitual sencillez y detalle se fijó en una señora que con frecuencia le llevaba flores amarillas que él obsequiaba a la Virgen. Este mismo día regresó a Santa Marta con cuidados especiales.

            Con gran expectación los fieles del mundo esperaban al domingo de Pascua para recibir la bendición Urbi et orbi. Fue una gran alegría cuando todos vimos salir a la ventana y con voz cansada y entrecortada recibir su bendición. De muchos brotaron las lágrimas sin poder detener la emoción y el sentimiento al ver su estado de deterioro físico. El mensaje fue leído por Monseñor Ravelli, Maestro de ceremonias. Después de la Bendición deseó bajar a la Plaza San Pedro y sentado en el Papa móvil, pudo encontrarse por última vez con su gente, le acercaron niños, le lanzaron voces de apoyo incondicional en estos momentos, etc. Al finalizar el recorrido, agradeció profundamente a su enfermero personal que lo hubiera llevado a la Plaza.

            Aunque se le veía mal físicamente, nadie esperaba un desenlace tan repentino. Esa misma noche su situación se agravó notablemente y a las 7:35 de la mañana del 21 de abril, debido a un ictus cerebral, que se complicó con su insuficiencia respiratoria, entregó su alma al Creador. Contaba con 88 años de edad. Ante la noticia, el mundo entero se vistió de luto, sintiendo la ausencia de este gran líder espiritual y humano que no solo llegó a los fieles católicos, sino a muchos hombres de buena voluntad de otras creencias religiosas e incluso ateos.

            Durante tres días su cuerpo estuvo expuesto para que los fieles pudieran pasar a dar el último adiós a su querido Padre y Pastor. Estaba programada para el domingo 27 de abril la canonización del Beato Carlo Acutis, que tuvo que ser suspendida por el deceso del Papa. No obstante, miles de peregrinos que venían a la canonización se dieron cita en la basílica de San Pedro para honrar al “Padre de los pobres”, como le llamaban muchos. Por supuesto, que a estos peregrinos y residentes de Roma, nos unimos las Siervas de María de esta comunidad que en grupos y horarios diferentes nos acercamos a San Pedro a expresar nuestra gratitud por tanto bien hecho a la Iglesia y el mundo durante sus 12 años de Pontificado.

            Era admirable la sencillez del velatorio, el cadáver con su indumentaria eclesiástica y sus zapatos gastados, colocado en un sencillo ataúd de madera. Para la Misa de exequias se dieron cita numerosos dignatarios de las naciones: Reyes, Príncipes, Presidentes y gobernantes, así como representantes de las Iglesias, incluyendo judíos y musulmanes, con los que el Papa Francisco tuvo un acercamiento, de amistad y respeto cristiano. La ceremonia fue presidida por el Decano del Colegio Cardenalicio Su Eminencia Giovanni Battista Re, quien en su homilía recordó al mundo el legado del Papa Francisco haciendo un fuerte reclamo por la paz.

            Finalizada la Celebración, el ataúd colocado en su Papa móvil fue conducido hasta Santa María la Mayor, donde Su Santidad quiso ser enterrado. Era impresionante la cantidad de personas que también se congregaron a lo largo de todo el camino, a su paso todos irrumpían en un prolongado aplauso, en muchas ocasiones, acompañado de abundantes lágrimas.

            Al llegar a la Basílica, entraron pocos Cardenales, cuatro niños y algunos guardias de seguridad. Llevaban el ataúd los sediarios pontificios, quienes antes de llegar al lugar de la sepultura le presentaron a la Virgen Salus Popoli Romani, ante cuya imagen el Papa Francisco se postró muchas veces para pedir su bendición y llevarle un ramo de flores. Los cuatro niños depositaron canastas de flores frente a la imagen de nuestra Señora, recordando todas las que Su Santidad le llevaba. La ceremonia de inhumación fue completamente privada. Allí quedaron los restos de tan querido Pastor, al lado de la imagen de quien tanto amó en esta vida y que no dudamos le habrá salido al encuentro para llevarlo a la presencia de su Divino Hijo. El Papa de la misericordia se habrá unido en abrazo eterno con el Misericordioso.

            Su sepulcro, sencillo en ornato y con la única inscripción de “Franciscus”, como él mismo quiso, es punto de encuentro para miles de peregrinos que en su vida rezaron por él, como lo requería continuamente, y ahora, se acercan a él, para pedirle que no se olvide de rezar por nosotros. Como escribió en su testamento ofreció sus sufrimientos por la paz del mundo y nosotros con él seguimos implorándola.

            La humildad y sencillez describió la vida del Papa Francisco, como el pobre de Asís. Quiero terminar este pequeño recuerdo con las palabras que él mismo terminó su autobiografía “Esperanza”. “Hay que ser humilde, dejar espacio al Señor, no a nuestras falsas seguridades. La ternura no es debilidad: es la verdadera fuerza. Es el camino que han recorrido los hombres y mujeres más fuertes y valientes. Recorrámosla, luchemos con ternura y con coraje. Recorredla, luchad con ternura y coraje… Yo soy solo un paso”.  

           

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