50 aniversario de profesión religiosa
Madre María Juango
Sor Esperanza Tejada
“Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos e irreprochables ante Él por el amor” (Ef 1,4)
En el ambiente festivo que envuelve la solemnidad de la Inmaculada Concepción, acompañamos a nuestras queridas Madre General, María Juango y Sor Esperanza Tejada, de la comunidad de Roma para celebrar con gran alegría el 50 aniversario de su profesión religiosa. Elegidas por Cristo, han correspondido a la gracia de la vocación durante diez lustros con entrega y generosidad.
Desde la Víspera ya se sentían los aires de fiesta en toda la casa, mientras las dos homenajeadas recogidas en oración, hacían su día de retiro como preparación a esta gran efemérides. Cierto, que el centro de todo, era la Capilla, adornada con floreros artísticamente colocados y finos ornamentos y vasos del altar, propios para la ocasión.
A las 7:30 de la mañana dio comienzo la Eucaristía, presidida por el Padre Xavier Larrañaga, CMF, y concelebrada por dos de nuestros capellanes, Hijos de Santa María Inmaculada y un Siervo de María. La procesión de entrada la iniciaron Madre María y Sor Esperanza portando dos lámparas encendidas simbolizando la fidelidad de Dios en sus vidas por estos cincuenta años. Antes de comenzar la Eucaristía invocando a la Santísima Trinidad, en un acto emotivo y muy significativo, ambas subieron al ambón, donde de forma alterna dieron gracias a Dios por los años vividos en su casa como Siervas de María, así como a la congregación, sus familias, sin olvidar a nuestros celosos capellanes que celebraban también la fiesta congregacional.
En su homilía, Padre Javier, se refirió a las lecturas de la Solemnidad aplicadas a nuestra vida consagrada. El coro de las Hermanas amenizó con hermosos cantos que dieron a la liturgia el esplendor que merece. Al finalizar la Eucaristía, los cuatro sacerdotes mostraron su alegría y agradecimiento al poder compartir con nosotras la celebración de este día.
La comunidad mostró su cercanía y gozo homenajeando a Madre María y Sor Esperanza con cantos, poesías y el compartir fraterno. Las provincias y muchas comunidades de la congregación se hicieron presentes con la oración, obsequios, mensajes y llamadas telefónicas completando así el día de fiesta que nos une en el amor. En sentidas palabras, Sor Ángela Bodego recogió muy bien los sentimientos que a todas embargaban ante estas dos fieles Hijas de Santa María Soledad:
“Habéis recorrido caminos y veredas;
Mares y océanos, contagiadas por ese perfil,
que Madre Soledad quería para sus Siervas,
y con silueta de orquesta,
habéis repetido a porfía
los ecos de la caridad perfecta;
de la ternura y cercanía;
de la misericordia y eficacia serena,
aprendiendo a ser sinfonía en la Iglesia,
diluidas en ese humus de sencillez y humildad,
con sabor a evangelio, de servicio y entrega,
que la escena del samaritano bueno crea”.
¡Gracias, Madre General! ¡Gracias, Sor Esperanza! Sus ejemplos animan en la entrega. Sí, es posible, seguir a Cristo. Sí, es posible vivir con alegría la unión esponsal con Aquél que les ha llamado a derramar el amor que de esa unión se vierte. Sí, es posible la felicidad plena en el darse a los demás sin condiciones. ¡GRACIAS!