Sor Angela Bodego con el Papa Francisco en Santa Marta
Estas son sus palabras, el sentir de su corazón enamorado y agradecido:
50 años que hice mi profesión religiosa como Sierva de María. Sí, parece mentira el paso de los días, los meses y los años… Se ha ido haciendo camino de la mano del Señor… Al volver la vista atrás, se ve la secuencia nítida de la Providencia de Dios sobre mi vida, digna de toda gratitud. Como María, también no puedo menos, que desde lo honde del corazón, decir: ¡Gracias, Magificat…!
¡El Señor es el lote de mi heredad ¡Merece la pena seguir las huellas de Madre Soledad, ser Sierva de María, permanecer de parte de los pobres, los necesitados, los enfermos, los predilectos del Señor… allá donde la obediencia te envíe. El Señor ha estado grande conmigo.
Este año ha estado marcado por tantas experiencias, por muchas delicadezas por parte de todos: de Dios, de mi familia, de la Congregación… todo ha sido un regalo y un motivo de gratitud por mi parte.
Hasta la asistencia a la Misa privada con el Santo Padre, en Santa Marta el día 4 de diciembre ha tenido su toque especial. La presencia de Dios parece invadía la estancia, un silencio y atención especial reinaba en el ambiente. En la Homilía el Santo Padre exhortaba a buscar la paz, con Dios. Con uno mismo y con los demás. Es el mayor bien que podemos gozar: tener paz: la cercanía de Dios.
Un gran recuerdo y un gran reto para el futuro, me toca seguir en pos de Cristo, como dice San Pablo: considero las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo… sigo mi carrera por si consigo alcanzar, la meta a la cual fui llamada por El…
Todo un reto y una gran responsabilidad.
Roma 22 de diciembre de 2018