Hermanos GRACIAS por estar aquí, participando en esta Eucaristía.
Decir GRACIAS, es abrir de par en par las puertas del alma, para alabar a Dios por todas las bendiciones que Él nos ha concedido.
Y hoy las Siervas de María, de todo el mundo, damos gracias a Dios por el Don de la Beata María Catalina a la Iglesia, a nuestra Congregación. Gracias porque por la vivencia fiel y gozosa de su consagración, fue y sigue siendo, una referencia evangélica válida para las Siervas de María y para los creyentes de todos los tiempos. Gracias porque a los Cien Años de su muerte, podemos decir que su intercesión en nuestro favor es incesante y valiosa, constatando que, en cada circunstancia, nos alcanza esa gracia que nos fortalece en nuestras fragilidades y sana nuestras dolencias.
Gracias a la Iglesia que, como Madre solícita, ha tenido a bien otorgarnos la gracia de la Indulgencia plenaria a cuantos celebramos la memoria de la Beata María Catalina, y en estos días, del 10 al 14 de octubre, a cuantos visiten una capilla de las Siervas de María.
Gracias hoy, de manera especial, a Su Eminencia el Cardenal Santos Abril, por presidir esta Eucaristía, en la que nuestro GRACIAS, ha alcanzado la mejor y máxima expresión en la comunión con Cristo, “Buen Samaritano”, cuyas huellas Sor María Catalina quiso y supo seguir, siempre desde la Escuela del servicio de Santa María Salud de los Enfermos.
Gracias a Su Eminencia el Cardenal Stanislaw Rylko, Arcipreste de esta Basílica de Santa María la Mayor, por favorecernos con el enmarque de esta significativa capilla, para esta entrañable celebración y a esta hora, en la que se cumplen los Cien Años de la partida al cielo de la Beata María Catalina.
Gracias a todos Ustedes: Sacerdotes, Religiosos, Religiosas, fieles, Hermanos y Amigos, todos, de las Siervas de María, con cuya presencia y cercanía nos sentimos muy honradas.
Que, a todos la Beata María Catalina y Santa María Soledad, cuya fiesta mañana celebraremos, nos concedan ser bálsamo de la misericordia de Cristo, que quiere pasar entre los que sufren, haciendo el bien y curando toda dolencia.
Que nuestra Señora “Salus Populi Romani”, ponga en nuestras vidas, su amor de Madre, para ser testigos del Señor, en esta Iglesia que peregrina en Roma, presidida y guiada por el Papa Francisco, en estos momentos tan especiales del Sínodo de los Jóvenes.
En nombre de todas las Siervas de María “Gracias, mil gracias y que el Señor los bendiga, a Ustedes y a todos los suyos”.